Fotografía epistolar - Ese gran gesto de Donald Trump

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¿Sabes César?

 

La renuncia de Donald Trump a su salario de presidente, o lo que es más el gesto de aceptar sólo un dólar anual por su labor, me ha recordado hoy a la actitud de Dorothea Brooke, protagonista de la magnífica novela Middlemarch de George Eliot, que  rechaza quedarse ninguna joya de la herencia de su madre, cuando su hermana Celia propone repartirlas, bajo el pretexto de que ella (Dorothea) no pensaba usarlas nunca, ya que  estaba por encima de esa debilidad consistente en la necesidad del adorno.

Como señala George Eliot tan brillantemente, "había una buena dosis de superioridad en aquella condescendencia puritana". Sin embargo, no debemos olvidar que esa debilidad que no tenía, no le impidió quedarse finalmente, eso sí sin concederle el menor valor, con la sortija y la pulsera de esmeraldas que obviamente eran las que más valor tenían y que ambas hermanas preferían sin lugar a dudas.

Con esto quiero decir que ese juego, ese bofetón sin mano a los presidentes que cobran por los servicios prestados a su nación, por parte del que ya tiene los bolsillos llenos y perspectivas de que sigan así por mucho tiempo, es tan antiguo como la vida misma. ¿Qué tendría que haber hecho entonces caudillo de tan nobles intenciones? tal vez aquello de "que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha", pero... ¿Qué estoy diciendo?¿desvariando de nuevo?...mejor me callo ya.

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Fotografía epistolar -Apeirofobia

¿Sabes César?

Esta imagen casi recursiva, en la que al fondo podemos contemplar algo muy parecido al efecto Droste,  parece, en primer plano que se nos abre un paso a un camino que se extiende muy lejos , hacia lo que bien pudiera ser interminable y eterno. No todos podemos contemplar ese panorama con tranquilidad, a algunos puede ocasionarle verdadero pánico, hablo de los que padecen Apeirofobia, a otros sin embargo, aunque no llegan a esos extremos, sienten una sensación de inquietud, de soledad, de vacío, parecida a la que sentía de niña cuando nos decían que al morir íbamos al cielo, a disfrutar de la vida eterna, y ese concepto de eternidad, de estar para siempre vagando por el paraíso, al que también imaginaba infinito, me resultaba tanto más intranquilizador que la misma muerte. La verdad, para mi, el que todo en algún momento se tenga que acabar, es uno de sus mayores atractivos, ¿tú qué crees?...

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Fotografía epistolar -Las gaviotas esperan su alimento

Madrid, 03 de mayo de 2016

¿Sabes César?

Hace tiempo que vengo sumándome a la concepción vitalista del mundo, es decir,  la vida es algo más que materia y a la vez es la materia misma, a la que también considero viva.

Para mi tenemos el mundo que hemos hecho y como vivo que está, hacemos cada día juntos, las personas, los animales, la luz, el agua , los sentimientos y las demás cosas.

Si alguien lo pone en duda contemple a las gaviotas haciendo cola ante el Ayuntamiento de Málaga, esperando a que se levante la tapa que alimente sus barrigas glotonas de fast-food. También ellas hace tiempo que olvidaron a Juan Salvador por las playas turísticas y los vertederos municipales.

El rumbo de la vida no tiene necesariamente que apuntar hacia la decadencia y el cinismo, como si de su norte magnético se tratara. Siempre hay indivíduos, en cualquier especie, que se atreven a algo más...

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Fotografía epistolar - Desafiar el acomodo

Boya varada en la orilla, boya arrastrada por las olas
Varada en la orilla

 

Madrid, 19 de abril de 2016

 

 

 

¿Sabes Cesar?

 

 

 

Cuántas conversaciones hemos tenido acerca de las trabas y los boicoteos que nos imponemos a la hora de enfrentar un reto; lo vamos postergando, nos preparamos eternamente para ello y un sin fin de estrategias más, algunas inconscientes otras no tanto. Es lamentable, ¿no? Aferrarse a lo mismo de siempre, a lo que ya no nos conmueve, a la ingestión diaria de telediario y corriendo el riesgo, ese al que todos estamos expuestos, a que nos descepe un día las olas y nos deje varado en la orilla, sucios y tristes.

 

 

 

En esto estamos juntos, en desafiar el acomodo, por ello volveré a recordarte los versos que tanto impulso nos ha brindado del del viejo poema de León Felipe:

 

 

 

Ser en la vida romero, romero...sólo romero.

 

Que no hagan callo las cosas, ni en el alma, ni en el cuerpo

 

pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero...

 

 

 

León Felipe, Versos y oraciones del caminante, 1920-1929.

 

 

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Fotografía epistolar - El valor de lo cotidiano

El paraguas
El paraguas

 

Mádrid, 17 de abril de 2016

 

¿Sabes César?

 

Llueve la tarde, monótonamente, una lluvia sombría que sin embargo tiene esa promesa, ese atisbo de esperanza que solo puede tener la lluvia de primavera...¿te has fijado alguna vez en el brillo diferente de las gotas de lluvia en primavera?

 

Como te decía, llueve, pero no puedo decir que las gotas de lluvia “repiquetean monótonamente en mi ventana” porque el único fenómeno rítmico que percibo en mi ventana es la vibración de los cristales al paso de los coches; un ritmo no tan monótono, de cadencia caprichosa; con su propia polifonía de cláxones, rugidos de motores, frenazos de ruedas y sirenas de emergencia. Si te detienes y prestas atención percibes, a través de este tráfico, el estado emocional de la ciudad, comparten con los fluidos su dinámica como una pieza más del engranaje natural del mundo, aunque estoy de acuerdo contigo en que como recurso literario, o prosopopeya poética no tiene el mismo caché que “el repiqueteo monótono de la lluvia en los cristales”...parece injusto, ¿no?

 

Pero todo esto me conduce a la pregunta original que quería hacerte: ¿Sabes a dónde demonios ha ido a parar mi paraguas?

 

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Fotografía epistolar - Releer un libro

Bicicleta vieja, bicicleta herrumbrosa,  bicicleta antigua
La vieja bicicleta

Madrid, 15 de abril de 2016

 

¿Sabías César?

 

Con las ganas de releer Middlemarch de nuevo, puse patas arriba el cajón de mi mesita de noche, buscando el carnet de la biblioteca, ya sabes que me gusta releer esos clásicos en buenas ediciones porque si no, no hay manera de entender las traducciones.

Abrir de nuevo un  libro que se leyó con tanto placer alguna vez, es siempre una gallardía, no sabes a qué te enfrentas. La primera vez vas con inocencia, no eres responsable de lo que encuentres, la segunda vas cargada de intención y cada nuevo reconocimiento, cada matiz, cada sinsabor, goce o decepción hablarán tanto del personaje como de ti misma y del cambio que hayas experimentado en ese tiempo, de ahí la gallardía, porque quizá no siempre estés satisfecho con lo que averigües de ti .

Como te iba diciendo, rebuscando en el cajón encontré el jirón de tela de mi vestido que  quedó enganchado en el pedal de tu bicicleta, aquella fresca tarde de mayo, en que paseando por el campo, íbamos componiendo juntos un poema...tú con tu lenguaje visual del mundo y yo descorchando palabras del bolsillo de mi falda. ¡De pronto, ya teníamos toda una estrofa! y parábamos a escribirla antes de que se nos olvidara, apoyando el cuaderno en tu espalda...